Hubo un tiempo en el que tenía tendencia a escribir poemas, aunque no fuera muy grande. Sobre todo era una manera de tragar las horas de clase. Enumeraba y ponía fecha a los poemas. El otro día encontré en el camarote de Mundaka la carpeta de aquellos tiempos y, junto con los que aún conservo en el ordenador, he hallado muchos descartados. Aquí van tres escritos hace casi veinticinco años, dos de ellos que había recogido bajo el título Denboran zatika, el otro perdido durante largos años. Me encuentro con quien fui entonces, y lo encuentro aún vivo dentro de mí. Otra cosa es traducir ese yo brotado en euskera al castellano.
MÁSCARA,
ser plano.
Disfraz barroco, eco interior.
Cubre la piel pelada,
pon con máscara otro cuero,
y sigue en las mismas.
Intenta ser otro ser,
como la luna intenta ser sol.
Mete la cabeza en una nube de perfume
para darte cuenta de que no cambia el olor.
Máscara disfrazada de rostro,
olvidando quién es qué.
¿Cómo ocultar el cielo
en el profundo océano
si al final es este
quien refleja su rostro?
Máscara-cuero
disfraz-piel
grandes esfuerzos, todo en vano.
(11-2-1994)
Fuentes
Me emborracharé
entre tus piernas;
me emborracharé
de leche de libertad;
me emborracharé
en mi soledad,
y seré yo mismo
en mi postrer momento.
Beberé, sí,
la miel de tu sonrisa,
y totalmente borracho
me perderé en el bosque;
serán los gorriones
quienes me muestren
todos los arroyos
en los que se sacian.
(18-4-1994)
Intralímites
El viento se lleva las plumas de la Quimera;
bajo llave en un cajón de alas
mueren las semillas del viento.
Y para emprender la huida
entramos en la jaula,
que permanece abierta,
que no tiene rejas.
Rotas las cuerdas del grito,
escuchamos penetrante el silencio;
para que no nos dañe,
mirando a los sueños de calor ahí afuera,
escondamos el interior lleno de vacío.
Vivimos siendo casas de aire,
el pilar en arroyo de ciénaga,
en los labios sonrisa de ballena,
cerradas las puertas que no existen.
(9-5-1994)