Cuando los gobiernos «progres» son el mejor recurso del imperialismo

Me rompen bastante las bolas los aplausos y alabanzas que los gobiernos progres y supuestamente anti-imperialistas de Latinoamérica reciben en las redes sociales y en tantos ambientes «izquierdistas». A decir verdad, el imperio no podía haber pensado un modo más perfecto para poder llevar a cabo todos los imprescindibles planes que tiene en la región. No hay mejor manera para ejecutar en silencio y sin apenas protesta -o silenciando y reprimiendo a palos, entre los aplausos de muches progres, la poca protesta que hay, tratándola de «gorila», de hacerle el juego a la derecha, y todo ese discurso tan conocido como eficaz- proyectos que de otra manera concitarían enorme resistencia social.

Latinoamérica,  para el «norte global» o para el «primer mundo», osea, para los Estados Unidos, Europa, Japón y ahora, cada vez más, para China, ha sido una fuente inagotable de recursos básicos desde que cayó en manos europeas. Desde entonces, como todes sabemos -o debiéramos saber-, a base de expulsar, tomar esclaves -o «proletarizar», si aceptamos el eufemismo- o exterminar por la fuerza, por la pólvora o, últimamente, con agroquímicos, a cuanto pueblo originario y campesine les ha hecho falta -según lo que de elles necesitaran o de la resistencia que opusieran-, han convertido a Latinoamérica en la tierra para lograr mediante expolio los recursos necesarios para el hemisferio norte: plata, oro, caucho, cobre, petróleo…; café, cacao, trigo, maíz, papa, azúcar, coca… Los pueblos más miserables en las tierras más ricas, por el bien del «progreso», por supuesto. Ése es el enorme «regalo», el gran «patrimonio» legado por occidente durante siglos.

El expolio no ha tenido pausa, y no tiene pinta de ir a tenerla. En ese contexto, muches creen que en Venezuela, Ecuador, Bolivia, incluso en Brasil, Argentina y Uruguay -en esos últimos sólo les más ingenues, seguramente- se enfrenta al imperio y que finalmente, después de tantos siglos, existen hoy en día gobiernos que otorgarán la soberanía a Latinoamérica. Eso pareciera al escuchar los encendidos alegatos de sus monarques y ver el fingido enojo del imperio. Está claro: el teatro siempre ha dado buenos resultados.

La realidad, sin embargo, es muy otra. Lo más grave, seguramente, el acuerdo firmado por todos esos países, sin excepción, el llamado IIRSA. Si a algune la propaganda de Estado le tuviera engañade, aquí puede ver, por ejemplo, qué opinan los pueblos originarios sobre ese plan de «integración» teledirigido desde EEUU, Europa y China. Muchos de los conflictos que el gobierno «bolivariano» de Venezuela mantiene con sus pueblos indígenas sólo pueden entenderse a la luz de dicho IIRSA. Así, quienes fueran presidentes de Venezuela y Colombia, Chavez y Uribe, no mantenían una opinión muy distinta sobre la importancia de dicho plan…

 

Ahora, en ese contexto, leo la noticia sobre la infraestructura anunciada por Evo Morales. ¡Qué alegría! Seguramente, muches progres creerán que es una idea inmejorable poner la Amazonia patas arriba y construir un transporte que una ambas costas. Sí, efectivamente, el marxismo, en general, desde su origen, ha coincidido plenamente en muchos puntos con la ideología capitalista, y es que en gran medida no es más que una relectura desde la izquierda para conseguir el capitalismo perfecto, y siempre ha mantenido el mismo afán por la extrema industrialización -con honrosas excepciones-. Lo lleva incorporado en sus genes. Por supuesto, esa destructiva infraestructura va a ser mucho mejor si en lugar de EEUU la construye China. Después de todo, ¿cuál es hoy en día el capitalismo más fuerte, sino el chino?

IIRSA no es más que la forma de mover más rápido los productos que Latinoamérica debe producir para el norte global. Y es que, ¿para quién si no producen les latifundistas riques, les asesines con pedigrí de indios, de Chile, Argentina, Paraguay, Brasil, Perú…? Cuba, con todo y bloqueo, no dejó de producir azúcar para les yankees y, en general, tabaco para les fumadores occidentales. Bolivia, entre otras cosas, produce cada vez más quinoa para que les veganes alternatives de Europa consuman su dosis de proteína de buena calidad. Argentina es uno de los mayores productores de transgénicos para el primer mundo, entre los aplausos de Cristina. Colombia año a año envía las dosis de café y coca que necesita el mercado occidental, bajo el auspicio de la CIA… Y ahora, un producto con un inmenso potencial comercial, la marihuana, ya ha conseguido su productor oficial: Uruguay. Todo, gracias al «grosso» «ex-anarquista» Mújica. Las farmacéuticas norteamericanas no pueden estar más felices. En varios Estados la marihuana ya era legal para producir medicamentos contra el cáncer pero… les faltaba el productor y suministrador legal. Ahora ya lo tienen, y el negocio más exitoso de hoy en día puede respirar tranquilo. Soros y Rockefeller no han aligerado en vano su bolsillo para financiar la campaña publicitaria que Mújica necesitaba, como él mismo ha confesado. También Monsanto puede seguir más tranquilo con sus experimentos en marihuana transgénica, teniendo ahora dónde experimentar, vender y distribuir.

Tras esas aparentes enemistades, todos los gobiernos del mundo coinciden en los intereses y puntos de vista «fundamentales». Y es que, siendo los gobiernos mundiales las elites militares y económicas de cada lugar, ¿cómo no iban a entenderse entre ellos? Así, Latinoamérica siempre ofrecerá los laboratorios sociales, los productos de lujo ofrecidos por la tierra, la dócil mano de obra… que el norte global necesita, bien barato todo, y ahora, para terminar de redondear la estrategia, entre los complacidos aplausos de la izquierda. Los Estados no regalan nada gratis…

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