Hace catorce años aparecia publicada mi segunda novela, Karonte. Aquí dejo un par de pinceladas que he querido recuperar…
Después de todo, las drogas son un suicidio pausado, bonbas de relojería programadas desde el primer día sin hora fija. Demasiado talento desperdiciado.
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Por dios, no sé distinguir lo implantado y lo que surge de mí. ¿Soy o no soy? ¿Y Naroa? ¿Cuándo he empezado a tener problemas para verla como a mi prima? El remolino que le bate los sesos comienza a girar cada vez más deprisa, en giros cada vez más oscuros. Sale del dulce abrazo de Madoka y marcha a la ducha, a fundir su cerebro bajo agua caliente, a olvidar su impotencia.