Hoy he oído
que nadie vendió las balas compradas.
Hoy he oído
que los muertos no quieren devolver las balas,
o que no encuentran a quién devolverlas,
pues nadie se las vendió a nadie.
Hoy he oído
que las declaraciones
de la Organización de las Naciones Ungidas,
con pena,
pero se pierden como las balas
entre cuerpos que no necesitan traducción.
Hoy he oído
que para acallar las balas
todos los cadáveres deberán guardar
un respetuoso siglo de silencio
con la aprobación de la Organización de las Naciones Ungidas,
o sin ella.
Hoy he oído
que según el señor X
la palabra sionista
causa más daño que las balas,
pero no he oído
si se harán excepciones
cuando los descendientes de Theodor Herzl
utilicen ambas,
la palabra y las balas.
Hoy he oído…
pero mal seguramente,
pues las orejas que me dicen que con bala se paga
el amor a la tierra
solo mentiras
pueden susurrarme.