Denboran zatika (A retazos en el tiempo)

Editorial: Booktegi

Año: 2.021

Páginas: 78

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Asel es un  prosista que escribe con urgencia, rápido. Encuentra con frecuencia el trazo de la pluma en la distopía. Tal vez, por eso me ha sorprendido esta su primera colección de poemas: no se ha tomado prisa a la hora de publicar unos poemas que pueden ser los de un utopista. Un poeta auténtico que viene a recordarnos que las pasiones, ilusiones, valores y sentimientos de un pasado no tan lejano pueden ser válidas en el ahora.

No es la poesía lo que más rápido brota de mi interior. Mi mente suele empujarme a la narrativa. De todos modos, esa voz pequeña y normalmente silenciosa siempre permanece ahí, dormida, a la espera de momentos caprichosos para despertar. Así se ha completado, a retazos en el tiempo, esta colección de poemas. La relación que mantengo con la poesía es generalmente conflictiva. A la hora de leer la mayoría de las veces también me sumerjo en la novela o el ensayo, y quedan para la noche textos que pueden tomarse a sorbos, en pequeñas píldoras, poesía entre ellos. Dudando ser un buen lector de poesía, mayor aún es la duda cuando pienso si seré un buen escritor de poesía. Muchos de los libros de poesía que leo los paso hoja a hoja sin grandes esfuerzos por entenderlos, en otras muchas ocasiones no hallo poeticidad (valga la expresión) en lo que leo, y me resultan textos pelados sin demasiada gracia recortados a capricho. Con frecuencia también encuentro poemas que me tocan el alma o me invitan a pensar, por supuesto, si no fuera así no seguiría buscando nada en la poesía. No pocas veces, es poesía aplaudida por la crítica la que me deja vacío, así que, ¿cómo pensar que aquello que me hace sentir tan desnudo, que resulta tan personal, mi voz poética, en definitiva, pueda ser algo que se preste al entendimiento o la estima de otras personas? He ahí la pregunta que siempre he sentido planeando sobre mi cabeza, y, seguramente por eso, desde que comenzara a escribir poesía en euskara, a medida que los poemas se acumulaban, siempre he sido algo reacio a realizar verdaderos esfuerzos por publicarlos. De vez en cuando algún tanteo sin demasiada fe, y enterrar de nuevo la cabeza, como las avestruces. Y aún así…

Aún así, a retazos en el tiempo de nuevo, durante estos años me he encontrado con poemas guardados en hojas gastadas o archivos de ordenador. Con frecuencia los he releído y, para mi sorpresa, cada vez que los leía sentía que no podían quedarse ahí, guardados: que existe ahí algo que no encuentro en la poesía que acostumbro a leer, y que ese algo también es poesía. Así me lo han dicho a menudo otras personas de buena voluntad de mi entorno. De este tenor han sido la mayoría de las definiciones que me han llegado desde afuera: tu poesía es original, inusual en las letras vascas, valiente, viva, que lleva a pensar, cruel en ocasiones, profunda casi siempre. Siempre me ha parecido que son palabras dichas con buenas intenciones, pero si tuvieran algo de verdad, no parecería malo dejar esos retales poéticos al alcance de más gente.

Hace pocos años que tomé la determinación más o menos firme de buscar una vía para publicar mi colección de poemas. Sin embargo, no son los mejores tiempos y la mayoría de las editoriales que publican poesía están saturadas. Por otro lado, aunque mis primeros poemas en euskera comenzaran uno o dos años antes, si el primero recogido en esta colección es de 1994, es decir, de hace 27 años, no parece que esperar un poco más o un poco menos sea algo grave. Así, durante estos últimos años se han sumado nuevos poemas, he cambiado la lógica que en un comienzo les di para organizarlos y, finalmente, los he repartido en tres épocas o rachas. La primera la más fértil, de tiempos universitarios. No en vano, estudiando Filología Vasca, escuchar sobre poesía en insufribles clases de crítica literaria terminó por servir de algo, al parecer, como se evidencia en el poema «Edozein klase-egun» («Cualquier día de clase»). El ánimo de esos tiempos encendía más a menudo esa voz normalmente callada. Frente a esa época, las siguientes rachas han sido mucho más estériles, sobre todo la intermedia, pero también en ellas se han sumado granitos, uno a uno. ¿Consecuencias de la vida en pareja? Quién sabe. Sin embargo, más allá de rachas, al unir el hilo de todas las épocas, no sé si con sorpresa, pero, a pesar de encontrar una evolución, entre los temas principales veo una coherencia y una lógica. Ahí se han mantenido la mayoría de las preocupaciones y puntos de vista de los poemas de hace 27 años, aunque hoy en día los exprese de otra manera, quizá. Según me dicen algunas personas, esa poesía de comienzos puede resultar más críptica, más simbólica. Pero qué voy a decir yo al respecto: creo que aún los entiendo igual que cuando los escribí, pero vete a saber.

Bueno, lo que menos necesita la poesía es teorizar sobre ella, menos aún que lo haga el propio autor, así que dejaré las palabras que me ha regalado el gran amigo y escritor Asier Serrano, pues creo que ha leído mejor que yo entre las líneas cortadas de mi alma. ¡Eskerrik asko, Asier!

Fragmento para lectura

Dicen que el tiempo se mide a retazos. Asel y yo nos conocimos cuando Tabacalera de Donostia era un gigantesco palomar vacío; en la época en que empezábamos a aburrirnos de querer aún vivir de todo, y de meternos de todo. Desde entonces hemos tejido a retazos el tiempo para tener noticias mutuas. Esa es la ley de la amistad más bella. Me acuerdo de aquella estancia etílico-cultural en la casa de los piratas. Recuerdo en la sociedad gastronómica de mi aita, cuando, problemas técnicos mediante, le obligamos a realizar una grabación en el váter. Recuerdo el sincero intercambio de emails cuando marchó a Argentina; y los meses de inquietud y preocupación que nos generó la situación falsa cuando lo detuvieron en Chile. Momentos, sin más. Instantes que recortan y deciden las leyes de la amistad.

Asel es un  prosista que escribe con urgencia, rápido. Encuentra con frecuencia el trazo de la pluma en la distopía. Tal vez, por eso me ha sorprendido esta su primera colección de poemas: no se ha tomado prisa a la hora de publicar unos poemas que pueden ser los de un utopista. Un poeta auténtico que viene a recordarnos que las pasiones, ilusiones, valores y sentimientos de un pasado no tan lejano pueden ser válidas en el ahora. Parece que la voz de Asel nos viene a susurrar: ¿te acuerdas de lo que creíamos hace veinticinco años? Pues aún lo tenemos aquí vivo entre manos. De contagiar algo, las viejas y nuevas palabras de Asel nos contagian ganas de vivir.

Para reunir y publicar poemas amarilleados hacen falta valentía o inconsciencia. Una de las dos. Y en este libro se nos muestran esos dos Asel juntos: un valiente inconsciente, y un inconsciente valiente. Da igual cuál es el detonante del motivo, en cualquier caso, los poemas de Asel continúan siendo de urgencia.

Aquí callan las palabras para el amigo y comienzan las auténticas palabras. Nunca se sabe cuándo comenzarán a buscar la luz los fantasmas de lo que fuimos. Así que espiemos los fantasmas del pasado de Asel.

Hay un peso en las pestañas de Asel

que en una nube de vapores con leche de libertad

nos lleva a su reino de sueños.

El sol no hiere y las alas de nieve danzan.

Rotas las cuerdas del grito

con la sonrisa de la ballena en los labios

el cielo es mucho más amplio.

Los pies pintando el camino con hongos venenosos:

si alguna vez vinieras a este mi refugio

ven sin adornos.

En pozos muertos nos han clavado en la espalda mil navajas foráneas,

y las piedras llorando han comprendido

los cuentos de los humos que les lleva el viento.

Con solo las manos romperé los cristales y le sacaré el corazón

a esta tierra sin corazón.

Al bajar llenos de melancolía

nosotros, los ciudadanos, los diferentes, los especiales

por un solo instante hemos abrasado la inocencia.

La lluvia se dirige al cielo desde mi huerta

y han tocado las campanas cuando los autobuses blancos ennegrecen.

Si el martillo no es la verdad

¿Por qué en este mundo no mando yo?

porque vomitan cráneos de papeles.

¿Para qué escribir,

cuando admirar la belleza pide silencio?

Mataré el tiempo para convertirme en hielo negro

cuando nos sumergimos en nuevos akelarres.

¿Por qué mueren los sueños

en laberintos de deseo y desesperación?

Así como no hay orgasmo sin tristeza,

La verdad se evaporará como un cristal transparente y frágil.

Saca tus anzuelos de mis ojos

como las últimas gotas de sangre al día.

El humo gris me dijo a la luz de abundantes colores

que en el mar desaparecen los caminos.

La noche del olvido

devora el viento en cuentos desterrados

durante los cálidos deshielos de la nieve,

y por el hierro frío se alejan los pájaros

pues ellos no han inventado la mentira del mañana.

Me pusiste fecha de caducidad y

me abriste un paraíso de pesadilla.

Desnudaremos su disfraz al vendedor de almas

trayendo nuevas primaveras

para inventar que amaba el amor.

El altar de la nada no es nuestro

y siento la lengua larga de la acera ahora y aquí.

No veas jaulas en las nubes y las olas.

Hay un nuevo peso en las pestañas de Asel.

Despiértalo, por favor,

que se joda.

(Puede descargarse el libro completó aquí en varios formatos).