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Estas mañanas, mientras laburo, me está tocando escuchar, de refilón y a mi pesar, la habitual palabrería que escupe el matinal de Chile de TVN. En esta ocasión, fiel a su políticamente correcto fascismo ciudadanista, machacan con el guión agendado por Carabineros y el Ministro de Interior Chadwik, heredero directo del tristemente celebre Hinzpeter. Y es que, el día 25 de octubre, se convocaba en Santiago una Cicletada Encapuchada para protestar precisamente contra la Ley apodada con el apellido del antecesor de Chadwik, Ley Hinzpeter, que entre otras medidas de endurecimiento -aún más- de la represión contra todo tipo de protesta social que exceda los limites del buen ciudadanismo, propone convertir en delito el mero hecho de portar una capucha.

No voy a e1378847_242379075916543_803865865_nntrar ahora en detalles sobre los muchos significados de la capucha -célebres son ya las usadas por miembros de las comunidades zapatistas, de Anonymous, o de cuerpos de seguridad del Estado, como los “beltzas” de la Ertzaintza (antidisturbios de la Policía Vasca) o la Policía Nacional española- y la filosofía que encierran en unos y otros casos -como, por ejemplo, transmitir que no importa el protagonismo individual, la identidad concreta, sino la acción que puede representar a todo un colectivo con un sentir similar, autoprotegerse de la represión policial, o infundir miedo y ocultar la propia vergüenza-. Lo que en este caso pretendo desnudar es el actuar de los medios de desinformación, en este caso del aludido matinal chileno, en la misma línea que he intentado hacer en “Los buenos no usan paraguas“.

Así, tenemos estos días un set de imágenes corriendo reiterativamente por dicho matinal, imágenes con una peculiaridad: en todas ellas, el único acto de agresión, violento, que se percibe, es el de un trabajador de una cafetería contra un grupo de ciclistas encapuchados, que ni siquiera muestran intención de responder a la agresión o “pescarle” demasiado, salvo un momento en que uno de estxs ciclistas se asoma a la puerta del local en cuestión e insulta al agresor y se marcha. Por lo demás, gente tranquila pedaleando despacio, y como único indicio de “violencia”, una imagen aislada de un cubo de basura rodando lentamente hacia un grupo armado -pacos- que se dirige amenazante al colectivo ciclista. Ninguna piedra, ningún vidrio roto, ninguna agresión a nada ni a nadie por parte de lxs ciclistas queda registrada en ninguna de las imágenes ofrecidas. Lo último que se ve, es que este grupo abandona el lugar como llegó, pedaleando pausadamente. Sin embargo, ¿cuál es el discurso escupido desde el canal nacional chileno al narrar unos hechos contradichos por las propias imágenes? Que se trataron de actos vandálicos, que rayaron vidrios de comercios y amenazaron a las personas que estaban en las terrazas y a lxs trabajadorxs del centro comercial, y lo peor de todo, continuamente subrayado… ¡que iban encapuchadxs!

Para completar, imágenes del ministro Chadwik asegurando que se querellarán contra quienes estuvieran detrás de este “vandalismo”, reafirmándose en la necesidad de sacar adelante una ley que penalizará el uso de capuchas, y hoy, para terminar de rematar, un hueón representante de una asociación ciclista, muy informado él, 100% ciudadano consciente y obediente, de esxs que gustan en los medios como TVN, condenando enérgicamente la cicletada encapuchada, desmarcándose inequívocamente de ella, y tachándola, fiel al guión, de vandálica, subrayando a coro con las autoridades el hecho criminal de portar capucha.

Y me pregunto: ¿cómo pretenden que se puede escenificar mejor el rechazo a una ley como la impulsada por estos medios de comunicación a sueldo del Ministerio que portando colectivamente capuchas? ¿No han oído hablar de algo tan mundialmente conocido, sobre todo desde que el tan aclamado Gandhi lo pusiera en práctica en la India, como la desobediencia civil a las leyes que se consideran violadoras de los derechos humanos o al propio ilegítimo Estado?

Lo extraño es que, en unos medios en los que se acostumbra a pasarnos una y otra vez las imágenes más aterradoras, violentas, exaltadas, tremendistas, impactantes de cualquier suceso, de un lugar plagado de cámaras que sin duda se han analizado al microsegundo, todo lo que hayan conseguido reunir en estos cuatro días para mostrar el vandalismo de la cicletada haya sido el intento de agresión por parte de un trabajador hacia un nutrido grupo de ciclistas que no muestra el más mínimo indicio de querer valerse ni de su número ni de su “anonimato” para responder al agresor, y que más bien lo contempla condescendiente.

Pero no es de extrañar, después de todo: el anonimato es terrorífico y anti-social. Si no, que se lo pregunten a los millones de víctimas de esas organizaciones que, bajo el nombre explícito de Sociedades Anónimas, y amparadas por sus respectivos Estados y protegidas por sus policías y ejércitos, cada día nos violentan, nos expolian, hambrean y destruyen poblaciones enteras, saquean recursos y aniquilan nuestra salud corporal y mental, nos expulsan de nuestras tierras, nos adoctrinan y moldean con su publicidad, nos explotan, y cuando nos resistimos directamente nos matan. Los directivos de empresas terroristas como Monsanto, Endesa, Barrick Gold, Coca-Cola, Nestle, Chevron, Repsol, Petrobras, Bayer… no necesitan capuchas, ya se encargan sus sicarios a cara descubierta de proteger sus intereses “anónimos”.

No se preocupen, mañana más mentiras y manipulación en su pantalla amiga, y más ciudadanxs indignadxs dispuestos a alimentar la criminalización que el Estado necesita para santificar su represión y asegurar sus empresas.

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