Hoy he salido a buscarte
y he visto las aceras mojadas llenas de gente caminando sobre la punta de sus pies,
rostros azules bajo paraguas grises
queriendo guarecerse de ti.
Me he guarecido de la lluvia yo, en el primer bar
y he visto noticias desesperadas suicidándose desde la barra
rechazadas por las ordenadas hileras de pintxos,
y tampoco estabas entre ellas.
Me he fijado en un hombre adusto,
en el último agujero del bar, enemigo de la luz y las miradas,
un churro en su mano,
de la punta del churro colgando su sueldo
en gruesas gotas,
de quién será el sueldo,
del hombre,
del churro,
del camarero,
del trabajador a punto de quedar en la calle,
no tuyo,
no de esa idea huidiza que no se somete a las gotas de salario,
no de quien sabe nadar en una taza de chocolate.
He salido enjaulado en los tres euros del bolsillo,
me han sacado, a la lluvia gratis.
Ajadas tengo las suelas de mis zapatos más nuevos
y siento la lengua húmeda de la acera
lamiendo mis calcetines;
el dedo gordo en el izquierdo,
el juanete en el derecho,
sin discriminaciones.